miércoles, 20 de febrero de 2013

Diecinueve días y quinientas noches.

Parece que llevo una eternidad sin tener noticias suyas, y no hace más de un mes que estuvo aquí, conmigo. Y tan solo una semana que decidimos, a fuerza de querernos un poco a nosotros mismos, atar nuestras puntas de los dedos a hilos rojos, infranqueables con el tiempo.

Paralelamente, parece que nunca se fue de aquí. Noto su presencia en cada uno de mis días y en cada uno de mis pensamientos. Como si hubiera dejado una pequeña -o grande- parte de Él aquí, conmigo. Esperando a que lo llame para contarle como ha ido mi día, o para tomar una fondue con champiñones y pasear por los adoquines con la luna enorme, soplando el frío de la noche con el calor de un abrazo. O vistiendo nuestra piel helada de besos de puzzle. O... simplemente compartiendo. Compartiéndolo todo!

Ahí se encuentra un noventa por ciento de mi felicidad, compartiendo cada una de mis cosas con Él. Los paseos, el frío, la cama, una película, el postre, un baño de espuma o una ducha rápida con un calentador atrofiado, los espaguetis mágicos, un pensamiento bonito, o un sueño horrible, los abrazos en la estación de autobús, los ojos chinos por el sol en primavera, mi cámara de fotos, los bolsillos de mi abrigo en invierno, mi auricular derecho, la toalla de la playa y la mitad del bocadillo,  mis jerseys de chico, las miradas de complicidad, el asiento de al lado del tren, los chicles de menta, mis por qués, mis canciones bonitas, mis mensajes de alcohólica, mi paraguas, mi vida...

Pero también, echo de menos, me hacen falta, sus manos en mi espalda, el asiento de atrás de la bici de su hermana, los robos nocturnos de comida en casa de sus padres, el otro billete de viaje, la butaca consecutiva del cine, la mitad de su sonrisa, sus dedos suaves por mis brazos, sus patatas deluxe, sus jerseys de chico, sus calcetines maullados, su auricular izquierdo, su otro cojín granate, la parte de atrás del río con encanto, sus canciones a las que no hacía caso, sus proyectos de arquitectura, las mañanas sin permiso en su casa, el piso de Ct, Cartagena en general y todo lo que ello conlleva, sus pesadillas, sus noches de borrachera que acababan en recogida a casa juntos, su pijama de batman, los pantalones de baloncesto de su padre, Andalucía, que me toque la guitarra y cantemos juntos, sus juegos de los sims, su nieve en la almohada, sus sorpresas que le pillo, dejarme elegir a mi siempre, los mejores conciertos de mi vida, su cámara de fotos tanto tiempo, sus lágrimas de felicidad cuando reconoce mi felicidad, eres mi termo, mi gran escuchador, el que mejor entiende a esta loca.

Eres... en fin. 

TÚ, eres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario