viernes, 4 de mayo de 2012

Echo de menos me hace falta.

¡Pido por favor un viaje de vuelta a aquellos días que ya no son lo que eran!
Mazarrón, Sevilla, Matalascañas, Madrid o simplemente Cartagena...

Días en los que nada importaba a excepción de dos cosas: una Tú y dos Yo.
Donde las horas se sucedían veloces como atracciones de feria y los momentos se detenían como si de un reloj sin pila se tratase.

Disfrutábamos sin prisas, sin quehaceres establecidos por nada ni nadie, tan solo la obligación de amarnos y aprovechar ese amor para hacer cosas increíbles, cosas milagrosas, demostraciones de amor que curan sabes? Si, tienen efectos mágicos.

Nos mudábamos de un lugar a otro de la casa y allí habitábamos durante largos periodos de horas en las que, con muy poco, hacíamos tanto... Y así éramos felices, con algo tan simple como un viejo sofá adornado de bellos recuerdos que exigían a gritos rememorarlos. Y un ordenador agotado, exhausto de reproducir una película detrás de otra. Y una nevera que al abrirla nos hacía daño en los ojos del resplandor que provocaba su blancura por obesos...

Momentos únicos guardados en el cajón de nuestra mesilla de noche adjudicada a los huecos y escapadas y vacaciones de nuestras apretadas vidas aunque, en ocasiones, tan poco productivas...